En estos encuentros se comparten anécdotas, chistes, bromas y opiniones sobre lo que ocurre en el mundo. Algunos de estos momentos, en los que el ánimo alcanza a estar particularmente elevado, se quedan grabados en nuestra memoria, hasta tal punto que terminan siendo motivo de evocación en los encuentros posteriores.
Pese a que disfruto bastante con este tipo de reuniones, debo admitir que desde hace muchos años prefiero un tipo de encuentro mucho más íntimo y maravilloso en el que el grupo de asistentes es más reducido y selecto, al igual que el lugar en el que se llevan a cabo, la cocina. Me refiero a reuniones en las que cada uno de los asistentes participa y colabora desde su conocimiento, habilidad e interés. Así hay quien se ocupa de preparar algún aderezo o alguna salsa, mientras otro ralla un trozo de queso o prepara un coctel. Los menos experimentados se ocupan de descorchar alguna botella, o proveer bebidas para los demás. Incluso hay quien prefiere dedicarse exclusivamente a variar la música para que siempre esté a tono con ánimo y el ambiente de cada momento.
Lo más interesante es que este tipo de reuniones se convierten en tertulias y lecciones completas de cocina y también de vida. Son lecciones de cocina porque cada participante tiene la oportunidad aprender de los demás. Pueden ver, preguntar y participar en el proceso de preparación de cada plato. Todo esto en un ambiente lúdico, sazonado por historias, comentarios jocosos, recuerdos y la explicación de cada paso. Creo que no puede haber un mejor escenario para el aprendizaje de las artes y técnicas culinarias.
En encuentros como estos, he tenido la oportunidad de avanzar en mi interés por la cocina. También, he aprendido mucho acerca de la vida. No sólo a través de las historias que allí se cuentan, si no también a partir de lo que allí se vive y se comparte. Algunos de estos aprendizajes los puedo sintetizar en frases como las siguientes:
- El trabajo en equipo reduce considerablemente el esfuerzo individual, al mismo tiempo que incrementa notablemente la cantidad y la calidad del resultado.
- El grado de satisfacción frente al logro en un proceso colaborativo es igual para cada uno de los participantes, independientemente de que tan modesto o protagónico sea su papel.
- La participación suele ser más entusiasta y con mayor grado de compromiso cuando cada quien puede elegir su rol en el proceso.
- Las mejores cosas suelen requerir mayor esfuerzo y más tiempo. Pero si estamos en compañía nuestros amigos y contamos con su apoyo, el esfuerzo parece mucho menor y la espera más corta.
Finalmente, debo decir que ha sido la cocina el lugar en el que innumerables anécdotas, aromas, sabores e historias han ido sazonando y cociendo lentamente las amistades más entrañables que tengo.
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